La sensación de dolor es tan antigua como la humanidad misma, y aunque existen definiciones en diccionarios y textos sobre la palabra “dolor”, cada persona aprende el significado del mismo cuando lo vive a través de la experiencia personal. El dolor es una experiencia individual en la que se produce una sensación o emoción desagradable que conlleva aflicción, frustración o pena, y que puede causar incapacidad física o mental. Está producido por un estímulo interno o externo que produce daño a un órgano o tejido, pero también puede manifestarse dolor aún cuando este estímulo haya desaparecido.
Existe un gran número de personas alrededor del mundo que sufren de dolor de distinta intensidad. El dolor puede ser agudo cuando dura un tiempo corto y se produce por condiciones tales como: fracturas, golpes, extracción dental, dolor después de una operación, dolor menstrual. El dolor es crónico cuando se presenta o recurre a lo largo de meses o años y es un componente de las también llamadas enfermedades crónicas como la osteoartritis, artritis reumatoide, lumbago, fibromialgia, neuralgias, intestino irritable, migrañas, y el dolor asociado a cáncer entre otros.
La tolerancia o el grado en que se puede soportar el dolor varía significativamente de una persona a otra y depende mucho del estado anímico y del medio en el que se desenvuelva. Las personas que sufren de depresión o ansiedad suelen padecer con más frecuencia, intensidad y durante un tiempo más prolongado dolor. El sentirlo afecta el entorno físico, socioeconómico, cultural y psicológico de la persona que lo sufre.
En los casos de dolor crónico los pacientes pueden llegar a interpretarlo como un fenómeno normal, ya que aunque les causa una sensación no agradable pueden llegar a tolerarlo. El dolor se torna parte de sus vidas y le permite al paciente sobrevivir.
Las personas de edad avanzada y las mujeres son los grupos que sufren dolor con más frecuencia. Las mujeres son más susceptibles de sufrir condiciones dolorosas ya que sienten dolor ante estímulos menos intensos, muchas enfermedades son más frecuentes en las mujeres y se ha atribuido también el factor hormonal.
Existen tratamientos médicos y alternativos para las condiciones dolorosas. Debe darse el tratamiento médico adecuado a la enfermedad de base, si existe, que esté generando dolor, y deben de utilizarse analgésicos según la intensidad del dolor y la condición física de la persona. Los antiinflamatorios no esteroideos y los derivados de los opiáceos son los más utilizados según la necesidad individual.
Pueden buscarse terapias alternativas como yoga, acupuntura, meditación, aromaterapia. Otros consejos prácticos que ayudaran a mitigar el dolor son: escuchar música, aprender a tocar un instrumento, cultivar, leer, pintar, caminar por áreas verdes, viajar, practicar prudentemente un ejercicio, pensar positivo, dedicar tiempo al arreglo personal y utilizar colores alegres, comer una dieta sana, dormir suficiente para levantase descansado, acudir a reuniones sociales con amigos y familiares, hablar sobre la propia experiencia de dolor, compartir con su pareja y hablar sobre todo aquello que interfiera sobre su intimidad, buscar ayuda de un especialista si existe una condición de ansiedad, depresión, o problemas familiares.
Es importante tomar en cuenta a los familiares y amigos de las personas que sufren dolor ya que ellas pueden ser clave importante en el tratamiento. Muchas veces los familiares necesitan apoyo para el manejo de enfermedades crónicas en casa.
Fuente:
Sanofi aventis
Colaboración:
Dra. Rosario Letona
Médico internista
sanofi-aventis de Guatemala, S.A.
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