Victor Hugo Juarez
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Para poder aprovechar la glucosa que consumimos en la dieta, el cuerpo humano produce constantemente en el páncreas una substancia que se encarga de esta función, y ésta es llamada insulina. La diabetes que aparece en la vida adulta, llamada diabetes mellitus tipo 2, implica que ha habido un deterioro progresivo de las células encargadas de la producción de insulina en el páncreas, las llamadas células beta, motivo por el cual la mayoría de los pacientes con Diabetes mellitus tipo 2 precisa terapia con insulina, sola o en combinación con agentes orales.
Algunos estudios recientes han demostrado que iniciar tratamiento con insulina prontamente luego de diagnosticar la enfermedad, no sólo mejora el control de la glucosa y reduce la aparición de complicaciones, sino que también puede prevenir o retrasar la pérdida progresiva de la función de las células beta y posiblemente conducir a una remisión de la diabetes (normoglucemia).
Se debe evitar introducir la insulina cuando los agentes orales han dejado de ser eficaces por completo, la enfermedad está descontrolada y las complicaciones ya han aparecido. El médico debe introducir la insulina cuando los medicamentos orales aún tienen eficacia terapéutica, combinando ambas durante un tiempo. El momento ideal para introducir la insulina, debe estimarse con el dato de la Hemoglobina glicosilada (HbA1c).
Según algunos autores, en promedio, el diagnóstico de la enfermedad suele tener lugar cuando el enfermo tiene ya entre 4 a 7 años de padecerla sin que se haya dado cuenta de esto. Además, de los pacientes que finalmente reciben el diagnóstico, una gran cantidad de ellos suele estar mal controlados, no reciben insulina o reciben dosis insuficientes para alcanzar los objetivos recomendados, hecho que explica por qué la mayoría de los diabéticos tiene niveles de HbA1c por encima del 7%. Es decir, una de las mejores justificaciones para el inicio temprano del tratamiento con insulina está dada por la búsqueda del mejor control glucémico para estos pacientes.
Es cierto que existe una gran cantidad de antidiabéticos orales entre los cuales elegir, pero la eficacia de todos se ve influenciada por la función de las células beta del páncreas.
Luego de la insuficiencia de estas células pancreáticas, lo cual ocurre entre 10 a 15 años de padecer la enfermedad, la eventual progresión a la terapia insulínica se torna inevitable y es por demás relevante que no se retrase la administración de la insulina.
Estudios han confirmado que con el inicio temprano del uso de la insulina se preservan por más tiempo las células beta del páncreas.
Existen numerosas alternativas, con distintos tipos de insulina, pero si lo que se pretende es simplificar el régimen, la opción que cuenta con más ventajas es el tratamiento con insulina glargina, el primer análogo de la insulina humana en proveer un aporte insulínico basal de acción prolongada. La duración prolongada de acción de ésta insulina (24 horas) permite una dosificación única diaria, con un esquema sencillo de dosificación cómodo para el médico y para el paciente.
Fuente: Sanofi aventis
Colaboración: Dr. Rony Calderón
Asesor Médico de sanofi-aventis de Guatemala
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